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LA QUÍMICA DE LA COCINA

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  LA PARADOJA DE LA CIENCIA EN FEMENINO  

  NÚRIA SOLSONA I PAIRÓ

Introducción
En las últimas décadas han tenido lugar cambios considerables en la situación social de las mujeres. Se ha incrementado su presencia en la enseñanza superior y universitaria y también en los trabajos remunerados. Se ha conseguido la igualdad legal, pero la práctica actual de los centros educativos se encuentra lejos de planteamientos no sexistas.
Los cambios sociales de las últimas décadas han facilitado que las chicas y los chicos manifiesten actitudes distintas ante la vida familiar, sexual, los estudios, etc. Esto nos permite hablar de la existencia de nuevas masculinidades y feminidades, diversas respecto al estereotipo tradicional. La reflexión feminista hoy sobre la educación en Ciencias Experimentales tiene un reto central, en mi opinión, la incorporación de los saberes femeninos a los contenidos disciplinares que se consideran objeto de aprendizaje. Esta afirmación no significa que los indicadores para analizar la existencia de situaciones discriminatorias den resultados satisfactorios. Nos queda todavía mucho por hacer en el terreno de los libros de texto, el lenguaje, la organización de las aulas, etc. pero creo que abordar la incorporación de los saberes femeninos nos permitirá avanzar con una visión más amplia.
Mi reflexión está basada en la E.S.O., la etapa educativa que conozco más, pero quizás algunas observaciones tengan similitudes en otras etapas educativas. Como ya es conocido, debido al proceso de socialización las chicas y los chicos, en la adolescencia han desarrollado diferentes valores y perspectivas que les llevan a mirar el mundo de manera diferente. En estas edades, las chicas aumentan la afectividad relacional de forma superior a los chicos, es decir para ellas las relaciones con los objetos y las personas son en primer lugar afectivas y muy ligadas al contexto que es el que da sentido a la tarea. Esto las coloca en una posición diferenciada frente a las propuestas de intervención didáctica en Ciencias que acostumbran a ajustarse a la norma establecida, en las que predomina el patrón masculino. En esta situación, cualquier desajuste o retraso respecto a la norma, en el campo motriz o afectivo puede llegar a afectar al desarrollo del campo cognitivo.
1. La  Ciencia, una actividad humana
La mayoría de los esfuerzos intelectuales con validez cultural han sido históricamente del dominio de los hombres. La ciencia entendida como el saber por antonomasia se basa en un ideal particular de masculinidad. La actividad científica la protagoniza la comunidad científica, que forma un grupo disciplinar en el seno del cual se configuran las representaciones del mundo que se validan por los procedimientos experimentales aceptados por el propio grupo. El feminismo ha añadido al análisis crítico de la ciencia la importancia de la masculinidad que impregna la actividad científica y que llega a condicionar los problemas interesantes para la ciencia,
El modelo de ciencia del profesorado de Ciencias Experimentales que reflejamos en nuestra intervención docente, de forma implícita está dominado por una visión androcéntrica, positivista y cuantificadora de los fenómenos.
Esta visión neutral y supuestamente objetiva del profesorado tiene mucha importancia porque al inicio de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, los niños y niñas empiezan a construir de una manera más formal un concepto de ciencia que hasta entonces tenían de una manera muy incipiente. Ellas y ellos tienen una visión muy atomizada de la ciencia que identifican con los experimentos, con un grupo de fenómenos específico, por ejemplo relacionado con el Universo o con las rocas.
2. Repensar los contenidos escolares
Las dificultades para pensar y cambiar la realidad educativa en la clase de ciencias tienen su origen en no disponer de un saber científico construido que incluya la realidad y el saber de las mujeres. En estas condiciones resulta difícil pensar en una ciencia escolar que incluya la perspectiva coeducativa.
Para abordar una educación científica no discriminatoria, ni jerarquizada, debemos reconsiderar los contenidos escolares desde una perspectiva feminista. El conocimiento escolar tiene que incluir todas las acciones relacionadas con la construcción de los distintos saberes, es decir, todos los esfuerzos realizados por los diferentes grupos sociales para elaborar explicaciones de los fenómenos. No sólo las acciones realizadas por la comunidad filosófica o científica que han tenido reconocido el monopolio en la construcción del conocimiento académicos sino también los conocimientos necesarios para la vida y que han sido y son responsabilidad de las mujeres.
Es necesario avanzar hacia un nuevo conocimiento escolar que ayude a la construcción de nuevas identidades femeninas y masculinas que no se identifican con la visión que ha sido tradicional. Los modelos socialmente aceptados de masculinidad y feminidad corresponden a unos estereotipos que atribuyen de manera exclusiva al sexo femenino la realización de les tareas domésticas y las de atención y cuidado de las personas.
A partir de entonces empecé a experimentar en el aula unas actividades que reunían mis prácticas, mis deseos, mis acciones, mis pensamientos y mis palabras de mujer. La reflexión sobre lo simbólico en el sentido que le damos al ser mujer, dice no soy simplemente una extensión de mi historia personal, estamos en la posición de autora y personaje a la vez. Como en cualquier proyecto de emancipación femenina debe ir acompañado de un principio regulativo de acción, autonomía e identidad.
Las personas tenemos diferentes registros de funcionamiento que activamos en función de la tarea que queramos realizar. Cualquier persona construye de forma implícita explicaciones de los fenómenos que ocurren a su alrededor muy persistentes, generales y en muchos casos coherentes. El conocimiento cotidiano es una de las formas comunes con que nos representamos nuestras prácticas, en la que vertebramos un conjunto de ideas y conceptos que nos permiten actuar en la vida diaria. En diferentes estudios se ha detectado la riqueza de los contenidos incluidos en el conocimiento doméstico y su proximidad con algunos de los contenidos escolares.
La reflexión sociológica, los últimos años ha prestado atención al concepto de cuidado y a lo que significa cuidar a otras personas. En términos amplios, el cuidado es el conjunto de actividades y experiencias humanas relacionadas con los sentimientos que realiza alguien que se ocupa del bienestar de los demás.
Los saberes de las mujeres son los saberes adquiridos y practicados por ellas que han sido fundamentales para la evolución de la especia humana. Son saberes implícitos, transmitidos de madres a hijas a lo largo de las generaciones y no han sido recogidos de forma escrita, excepto en raras ocasiones. Como la transmisión escrita es la forma principal adoptada por las instituciones de saber, los saberes femeninos no se valoran actualmente. Hablamos de la “sabiduría” de las mujeres para que quede claro que el conocimiento de las amas de casa no es un conjunto de prácticas caseras sin ninguna conexión, transmitidos de madres a hijas, sin ninguna relación entre ellos.
Para organizar y realizar las tareas de casa no es suficiente con aprender unas cuantas técnicas para lavar, cocinar, educar a las niñas y los niños, etc. sin más. Como se trata de técnicas y conocimientos aprendidos por transmisión oral, sin una instrucción específica, alguien podría pensar que se trata de saberes sin ningún tipo de complejidad, intuitivos y deslavazados. Las mujeres, de acuerdo con el funcionamiento cognitivo de las personas, no tenemos ideas aisladas sobre las cosas sino que disponemos de un conjunto relativamente integrado de conocimientos con un cierto grado de consistencia interna.
Decimos que las mujeres tienen una sabiduría que como grupo han elaborado y adaptado a las necesidades de cada momento histórico, un conjunto de explicaciones, un conjunto de ideas sobre las tareas que hay que realizar para el buen funcionamiento de la familia y el bienestar de sus integrantes. Mi objetivo es dar dignidad científica, dignidad de saber al conocimiento de las amas de casa, considerándolo como una forma de conocimiento. Permitir que circulen los saberes de nuestras alumnas, sus madres, nuestras compañeras,..
3. La química de la cocina
La cocina es un verdadero laboratorio porque cuando las mamás están cocinando tienen entre sus manos sustancias, instrumentos y técnicas. Sustancias  químicas como la sal (NaCl en el laboratorio), el azúcar, (glucosa), el agua (H20), el aceite (una mezcla de ácidos oleicos, el vinagre (otro ácido, esta vez acético), ..
Instrumentos como la balanza, las ollas, filtros, coladores, cafeteras, … balanzas las hay en los laboratorios y los otros guardan un cierto parecido.
Técnicas como disolver, agitar, mezclar, calentar, congelar, secar, hervir, fundir, … todas ellas propias de un laboratorio. pero la cocina tiene sus técnicas específicas como “Batir una clara de huevo”, “pastar una masa” que no se usan en el laboratorio.
Disponemos de una fuente de energía: el fuego y el baño María que también se utiliza en el laboratorio.
Las recetas de cocina, las tradicionales y las modernas que son los procedimientos de laboratorio para que la comida esté buena y sea nutritiva.
En la cocina hay que trabajar de manera precisa, no al tún tún, con cantidades y proporciones determinadas de las sustancias, de sal, de harina para que el pastel puede subir. Igual que en el laboratorio químico, para que el cambio químico se produzca hay que poner proporciones determinadas de las sustancias.
Pero la cocina tiene algo más difícil que no se da en el laboratorio y es que un ama de casa tiene que estar atenta a todos los detalles para que la comida además de alimentar y tener hidratos de carbono, proteínas, etc. tiene que satisfacer los distintos gustos y caprichos de las personas de la familia, sino cada día, a lo largo de una semana.
Las mujeres de las sociedades primitivas realizaron una gesta memorable al empezar a cocinar los alimentos, desde el punto de vista de la supervivencia de nuestra especie. Las personas, a diferencia del resto de los animales no pueden comer directamente lo que cazan o recolectan porque no pueden masticarlo ni digerirlo, hay que transformarlo previamente, o sea cocinarlo con la ayuda del calor.
Por ejemplo, los vegetales contienen celulosa (C6H10O5)n pero las personas no podemos digerirla: sale de nuestro cuerpo prácticamente igual como ha entrado. Los animales herbívoros tienen unos microorganismos en el estómago que rompen las moléculas de celulosa y así pueden alimentarse. Nosotros necesitamos cocinar los vegetales para reblandecer la celulosa.
Probablemente, las mujeres primitivas fueron las primeras en realizar con sus manos cambios en los materiales, lo que hoy llamamos cambios químicos: fabricar pan, macerar carne, fermentar licor son los primeros procesos, según los testimonios etnográficos. La cocina es un verdadero laboratorio. En ella hay sustancias sólidas: arroz, garbanzos, pasta, café en grano, Aluminio, plástico,… hay sustancias líquidas: leche, café líquido, aceite, sopas, jugos, … Y hay gases: vapor de agua y todos los vapores y humos deliciosos. Para preparar cualquier comida combinamos distintas sustancias, por ejemplo, al poner la sal estamos haciendo una disolución.
Cuando preparamos una ensalada, hacemos una mezcla.
Una vinagreta, una salsa mayonesa, un merengue, una mousse de chocolate son emulsiones. El agente que permite que no se corte la mayonesa? La yema de huevo actúa de agente emulsionante.
Cuando cocinamos provocamos cambios físicos: cortamos, trituramos, lavamos, … y cambios de estado. Al poner la verdura a hervir la sometemos a la T= 100ºC: ebullición: líquido a gas, y al descongelar una sopa o caldo: licuefacción: sólido a líquido
Pero lo que más se realiza en la cocina son cambios químicos, una clase de cambios en los que se obtiene una nueva sustancia. Con el solo acto de cortar una cebolla provocamos un cambio químico en el que se obtiene una nueva sustancia, que es la que nos hace llorar. Antiguamente, se aconsejaba cortar la cebolla con una cerilla previamente quemada entre los dientes; probablemente el carbón neutraliza la sustancia que nos hace llorar.
Al cortar un ajo, ocurre un cambio parecido al de la cebolla. El sabor del ajo es el de la sustancia que se obtiene mediante el cambio provocado entre dos sustancias, la alina y la alinasa (un enzima) que están en el ajo separadas por una membrana celular. Al cortar el ajo, cortamos la membrana y empieza el cambio químico.
Al cortar algunas verduras o frutas, como las alcachofas, las patatas, los champiñones, manzanas o aguacates, los ponemos en contacto con el aire y se oxidan, se ponen oscuras por el mismo motivo. Estas verduras contienen dos sustancias, una que se puede oxidar y otra que actúa de agente, un enzima. La sabiduría de las amas de casa impide la oxidación de estas verduras poniendo las patatas en agua, fregando las alcachofas con limón o poniéndolo en la ensalada de aguacates. Al cortar la col, ocurre lo mismo pero dos veces seguidas: la sustancia nueva que se obtiene en el primer cambio químico se descompone y da SH2.
Los principales nutrientes de un huevo son las proteínas que por efecto de la T se coagulan, cambian de estructura interna. La sabiduría de las amas de casa, según el tiempo de cocción con la ayuda de un agente coagulante, la sal, podemos hacer huevos duros, pasados por agua y escalfados. Al hacer una tortilla, al echar el huevo en la sartén observamos la coagulación de las proteínas. Previamente, al batir el huevo se desnaturalizan las proteínas por la acción mecánica de batir: las moléculas se abren y forman una red alrededor de las burbujas de aire.
La simple formación de caramelo, un polímero a partir de azúcar es un cambio químico. En los bizcochos, la característica costra tostada del horno es el resultado del cambio ocurrido al calentar el almidón de la harina que se transforma en dextrina. La sabiduría de las amas de casa, indica que en función de la cantidad de grasa (aceite, margarina, mantequilla,…) que pongamos el bizcocho tendrá más agujeros. La subida del bizcocho es la consecuencia de haber introducido un gas, aire o vapor de agua que al aumentar la temperatura se dilata lentamente.

Bibliografía
SOLSONA, Núria (1997) Mujeres científicas de todos los tiempos. Madrid, Talasa.
SOLSONA, Núria (1999) “La educación dirigida a las amas de casa. Las aportaciones de Rosa Sensat. En Barral, Magallón et al (eds.) Interacciones Ciencia y Género. Barcelona, Icaria, 233 -258
SOLSONA, Núria (2001) Saber doméstico y cambios químicos. Cuadernos de Pedagogía, 299, 40-43
SOLSONA, Núria. (2003) El saber científico de las mujeres. Madrid, Talasa


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